los ojos azules de Sinatra




Mi manera,  the right way, my way, los ojos azules de Sinatra, miramientos sincrónicos, letargo de transeúntes, esparcimos miradas al morbo como si tratáramos de remedar la forma de la masa sobre el pavimento, el modo en el cual salen los vocablos configurando ruidos y excluyendo todas y cada una de las consonantes, el error del horro nauseabundo que inmiscuye al ojo traduciendo el amasijo rosa y carmín en olores, texturas y remembranzas del niño que baja del carrusel y que se encorva de modo violento dibujando arcos, cayendo y regresando en sentido inverso al natural, el flujo de la boca al piso junto torso que casi respira, que de estar con tráquea, que de tener aire, que si hiciera vibrar cuerdas o mover la lengua o ese orificio que crea circunferencias que a veces se torna violenta, arrogante, que desearía crear un timbre que se escuchara a lo distante para enterar al pueblo en la mitad de la noche de los sucesos…

Las manos si continuaran adjuntas, harían señas advirtiendo la vuelta errónea, la mirada equivocada, se juntarían pidiendo en secretos a modo de rezos perderse en la carretera adquirir templanza mientras en huida avanzan.

Al tomarnos perdimos la capacidad de advertir, de huir, incluso de pelear, pero adquirimos capacidades, capacidad de sentir, de desprendernos (o desmembrarnos) de soñar, de transportarnos a otro lado, de bloquear nuestro cuerpo del dolor, de ensordecer al escuchar el siguiente nombre en la lista…

Adquirimos la preocupación por nuestros hijos
Adquirimos esas ganas de no estar, de ver que el peor lugar es aquí y el peor momento es                        
                                                                                                                                                        ahora
adquirimos el modo de crear nausea, terror
adquirimos gritos, que se tapen los ojos bien abiertos sin perder detalle
adquirimos notas rojas, 1as páginas, la indignación de nuestras muertes que se cuelgan como medallas tratando de buscar a quien las causa,
adquirimos la capacidad de crear un rictus nuevo de arquear la espalda de alguien más
de volver amargo el sabor en otras boca de traer pesadillas de volver un amanecer en
                                                                                                                                           expectativas,
nos volvimos las mañanas en las que buscamos instantes entre la piel rota

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