La casa de la colina.

La casa de la colina.

La carretera está destrozada,
Los pinos silenciosos la miran,
Nadie se percata del incendio
Que ha devorado al pueblo más cercano.

Caballos sollozantes pasan al lado del camino,
Se dirigen al sol, sin jinete, sin herraduras,
Sin piel.

Nosotros, tú y yo, sentados en esta banca
Blanca, vieja,  bajo la sombra,
Tomando  limonada, y charlando,
Rememorando viejos tiempos
Y escuchando cintas en la radio.

Ya no tenemos miedo.

Sacamos el tabaco, y una sabana,
Tú lo esparces sobre ella y yo lo envuelvo,
Lo lamo, me alcanzas el encendedor y fumamos.

Tenemos lentes oscuros
Aunque el sol es tibio y el aire refresca
La colina.

El viento nos trae ecos de los gritos
Y del dolor que hay, en este momento,
En cualquier otro lado,

Fingimos no oír,
No necesitamos escucharlo
No más.

Sabemos que vivimos sobre una mina
Que pronto explotará,
Ya no tenemos miedo.

Partes una naranja
Y  la chupas,
Su jugo te escurre
Hasta los senos,
Bajo tu blusa blanca.

Yo te lamo para limpiarte.

Volteas hacia la carretera;
Un hombre se acerca arrastrándose
Grita, pide ayuda,

Coges tu naranja, apago la radio
Y nos encerramos en casa.

Yo pongo el candado,
Me rasco la cabeza

Ya estás en la cama,

Quizá tendremos sexo. 


Rigo Reyes (Electricista Cerebral + Brainwashed Poet)  2010. 

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